lunes, 13 de marzo de 2023

Egipto 2023. Pirámides de Giza (2)

 La Pirámide de Kefrén es la segunda del conjunto de Giza en tamaño y cronología.

De nuevo hay que subir rampas y agacharse durante algunos metros; pero el recorrido es más corto y, pasado un largo corredor llano, se accede a la cámara funeraria. Aquí el sarcófago está entero y su tapa reposa a un lado apoyada en dos soportes. La cámara también está ocupada en gran parte por un mamotreto de madera de función desconocida. En la pared una enorme inscripción con el nombre del descubridor de la entrada a la pirámide y la fecha del evento.



La Pirámide de Micerino, un poco más retirada, es la más pequeña de las tres. Los guardas de la entrada nos informan de que permanece cerrada a la visita desde hace tres años.

Dedicamos un par de horas a recorrer los alrededores y hacer algunas fotos. Calesas, caballos y camellos pasean a los visitantes por el terreno desértico; desde lejos sus figuras contribuyen a animar el paisaje con un toque exótico.

No tan exótico resulta ver los cientos de botellas de plástico tiradas por todas partes; esas pequeñas botellas de 1/2 litro de agua mineral, omnipresentes en comercios y hoteles, que acompañan al turista en su viaje y acaban tantas veces donde no deben. Es una pena esta degradación del paisaje, pero a nadie parece importarle.


Subimos la cuesta hasta un par de elevaciones del terreno, desde donde la perspectiva del conjunto es más fotogénica. Bajamos después hasta bordear un cementerio, pero no es precisamente el de los trabajadores de las pirámides que andábamos buscando. A medida que la tarde avanza han ido llegando más y más visitantes; la mayoría parecen egipcios, disfrutando de la tarde de fiesta.

Algunos se dedican a correr a caballo, levantando áun más polvo del que ya circula por el aire y armando jaleo; es lo único más bien molesto. Por lo demás, aunque los camelleros siguen ofreciendo sus servicios a cada paso tampoco son demasiado insistentes; y en la distancia sus exóticas figuras animan la escena con el fondo de las pirámides.

La Barca Solar de Keops ya no se puede ver aquí; el museo que la albergaba está clausurado, y la barca forma ya parte de la exposición permanente que se podrá visitar en el nuevo Gran Museo de Egipto, cuando sea inaugurado. Pero se pueden ver los fosos donde estaban enterradas las que se han encontrado hasta ahora, y hacerse una idea de su enorme tamaño.

Cuando por último llegamos a la Esfinge casi nos quedamos sin poder entrar al recinto, pues ya los guardas andan jaleando a la gente, a golpe de silbato, para que se dirijan a la salida, a pesar de que todavía falta más de media hora para el cierre. Conseguimos entrar brevemente y tomar un par de fotos, antes de vernos obligados a salir en rebaño, aunque algunos se resisten empecinadamente a terminar los selfies y rendirse al desalojo.

La carretera de bajada hacia la salida es ahora un caos de coches, calesas, autobuses, caballos, motos, camellos y caminantes, entre la polvareda y la algarabía de bocinazos y las voces de unos y otros. Los caballos de las calesas lo pasan mal entre tanto vehículo motorizado, y a veces patinan en la lisa y polvorienta superficie de asfalto. Uno de ellos, muy nervioso, ha decidido darse la vuelta en medio del follón, provocando unos minutos de tensión en la ya caótica retirada. Uno de los pasajeros de la calesa, ante el incierto final del inesperado cambio de sentido, ha optado por saltar a tierra sin pensárselo dos veces, por lo que pudiera pasar...

Terminamos la tarde en un restaurante, que teníamos seleccionado por sus buenos comentarios y calificaciones. A pesar de estar cerca del hotel nos cuesta un poco encontrarlo; está oculto en un callejón por donde vuelven los camellos y caballos de retirada a sus cuadras, sembrado el suelo con los consiguientes e inevitables "rastros" de su paso; casi nos damos la vuelta, pensando que la dirección estaba equivocada... Pero no; allí está, efectivamente, el restaurante El Hadba.

Unas sopas calentitas y reparadoras, y pollo en salsa de champiñones con el clásico acompañamiento de arroz, tahine y un picadillo de verduras, que nos sirven de comida y cena. Hubiésemos quedado satisfechos con ello, pero quiero  probar el Om Ali, un postre típico. Es un púding cuya receta, aunque variable en algunos ingredientes, tiene siempre como base la pasta de hojaldre, leche y nata. El que tomamos en este restaurante, recién cocinado, incluye coco rallado, pasas y cacahuetes; ha sido el mejor de todo el viaje... y sí, está muy rico, pero para la próxima habrá que recordar que llena cantidad.

domingo, 5 de marzo de 2023

Egipto 2023. Pirámides de Giza (1)

Por mucho que el proverbio árabe afirme que el Tiempo teme a las Pirámides, lo cierto es que el paso de los siglos también va afectando a esos colosos de piedra. Primero fueron perdiendo su piel de brillante caliza blanca pulida, espejo del sol; los grandes bloques interiores, expuestos entonces a la intemperie, sufrieron la erosión y el azote de los elementos. Por último nosotros, los humanos, también hemos ido dejando nuestra huella destructiva y expoliando sus piedras.

Y sin embargo, a pesar de tanto expolio, exploración y estudio sobre ellas, mantienen intacto parte de su misterio. ¿Cómo fueron construidas?, ¿fueron esclavos o trabajadores libres quienes las edificaron?, ¿hay también bloques de roca en su interior, o sirven de relleno las piedras sobrantes de las canteras?, ¿habrá alguna otra cámara funeraria todavía ignorada en su corazón de roca? Quizás el túnel recién descubierto en el interior de la Gran Pirámide de Keops sea el camino para responder alguna de esas incógnitas.

En fin, volviendo a nuestro viaje, para nosotros llegó el momento de ver de cerca las Pirámides de Giza.

El día es más claro y soleado que los anteriores, al menos al principio; un punto a favor. También es domingo... no tan a favor, por la mayor afluencia de visitantes. Pero queremos aprovechar hoy y mañana para las visitas de esta orilla del Nilo.

No encontramos hoy a Mohammed entre los conductores que aguardan en la plaza; pero no faltan otros igualmente dispuestos y en poco tiempo llegamos al control de policía que guarda el acceso al recinto de las Pirámides. Pasado el control sin novedad enfilamos la cuesta que todavía nos separa del aparcamiento donde están las taquillas.

Es el momento de sacar las entradas, y cada cual habrá elegido adquirirlas previamente o en las propias taquillas del lugar. Y la modalidad que más le convenga: visita por libre o con guía, individual o formando parte de un grupo. También hay que tener en cuenta que puedes adquirir solamente el pase que da acceso al recinto y darte un paseo sin entrar en las pirámides y demás; o el pase completo para todo el conjunto... Conviene haberse informado previamente de los precios y condiciones de cada posible opción, para aprovechar bien la visita.

Nosotros lo tenemos claro y llevamos lo necesario para hacernos con el Cairo Pass: una foto de carnet, una fotocopia del pasaporte (que puede ser en blanco y negro) y los 90 € por persona que cuesta (también se admiten los dólares USA, pero no las libras egipcias).

¿Qué es el Cairo Pass?. Un pase válido durante cinco días consecutivos, que permite a los visitantes la entrada múltiple (se puede visitar cada lugar varias veces) a una lista completa de atracciones en El Cairo, Giza, Dahshur, Saqqara y Mit Rahina, durante su período de validez.

Además de ahorrar bastante tiempo, ya que no hay que hacer cola en taquilla para cada visita. ¿Vale la pena sacarlo?. Pues eso depende del plan de viaje de cada uno. En nuestro caso está claro que vale la pena. No solamente porque vamos a estar varios días aquí y queremos visitar bastantes sitios, sino porque de esa manera también tendremos un descuento del 50 % para sacar el Luxor Premium Pass cuando lleguemos a esa ciudad. Pero de eso hablaremos en su momento.

El trámite nos lleva poco tiempo. El hombre encargado de emitir el pase, con buen humor y entre bromas, acaba por entregarnos el preciado documento que llevaremos siempre a mano.

Nada más entrar al recinto ya tenemos bien a la vista la Gran Pirámide de Keops. Según nos acercamos, lo que en la distancia se veía como una pared más o menos uniforme se convierte en algo parecido a un caótico amontonamiento de grandes bloques irregulares que se elevan hacia el cielo. Actualmente está prohibido trepar por ellos, así que solamente palomas y algunos perros se ven por las alturas. A los humanos sólo nos está permitido subir unos escalones y circular por los primeros niveles, para acceder a la entrada actual de la pirámide.

Confieso que cuando estábamos preparando el viaje tenía ciertas dudas acerca de la subida por el interior. Muchos de los comentarios que habíamos leído lo describían como un ejercicio claustrofóbico y agotador. También insistían en la necesidad de acudir a primera hora de la mañana, por la gran afluencia de visitantes y el cupo de visitas diarias establecido... La verdad es que no hemos visto ni lo uno ni lo otro; ¿quizás porque en enero no hace calor ni hay demasiado turismo?. Puede ser.

Es cierto que la Gran Galería, unos 47 metros de subida, es empinada; pero dos personas (de tamaño normal) se pueden cruzar sin grandes problemas. No hay una escalera, sino una rampa continua con tablillas de metal para apoyar el pie sin deslizarse, y tiene pasamanos en ambos lados. En una parte del recorrido el techo tan bajo que hay que pasarlo agachado y es más incómodo; pero con llevar la mochila por delante en vez de a la espalda la cosa mejora mucho. Esto último también funciona bien a la hora del descenso si, como yo, bajas al revés de todo el mundo; es decir, de cara a la pendiente... 😉

A medida que se va ganando en altura el calor aumenta, y llega a ser algo agobiante cuando finalmente se alcanza la cámara funeraria, una sala de techo y paredes construidos con grandes bloques de granito. Un sarcófago roto de granito rojo es lo único que encontraréis en ese espacio. Pero poder entrar en un lugar tan especial y lleno de historia, la única superviviente de las famosas Siete Maravillas del Mundo Antiguo... no es algo que puedas hacer todos los días.

Salir al fresco exterior es un alivio, al menos en esta época del año que las temperaturas son más llevaderas. Bordeamos dos lados de la pirámide, para apreciar mejor su magnitud. Para los amantes de las cifras: hay que caminar 230,33 metros por cada lado; casi un kilómetro para rodearla totalmente. Y su altura equivale a la de un edificio de 40 pisos.


Dejando atrás la Gran Pirámide de Keops nos damos el paseo hasta la segunda en tamaño: la de su hijo Kefrén. 


domingo, 19 de febrero de 2023

Egipto 2023. Primeras visitas en El Cairo

Hoy el desayuno tiene un decorado de lujo. Subimos a la terraza del hotel, donde se sirve; y allí están. Por fin, las Pirámides.

Un poco apagadas por la calima y el polvo reinante, pero tan cerca que casi dan ganas de salir corriendo hasta allí para tocarlas y unir así la imagen tantas veces vista con una realidad tangible.

Y ahora es cuando corresponde decir lo maravilloso de tener a la vista y en la realidad ese icono de la Antigüedad. Lo impresionantes que resultan, su enorme tamaño y lo increíble de que se mantengan en pie después de tantos milenios. Es lo que se espera y cualquier otro comentario seguramente suene a herejía o algo peor. Pero la verdad es algo más compleja.
Hay lugares maravillosos que, de tanto aparecer ante nuestros ojos en fotos y vídeos, de tanto ser explicados, estudiados, analizados por dentro y por fuera... acaban resultándonos demasiado "familiares". Demasiada información y repetición aumentan sin duda el conocimiento acerca de algo, pero apagan la emoción del descubrimiento y el sentimiento de sorpresa.
Y cuando llega el momento, cuando por fin tienes delante y al alcance de la mano el original, lo que debería ser un momento único y emocionante pierde intensidad y casi se reduce a la constatación de que todo lo visto y leído tiene un referente real...
A mi me pasó, para qué decir lo que no es; pero quizás sólo necesitaba unas horas más de sueño para verlo de otra manera.


La Gran Pirámide de Keops es la más cercana; delante, como un eco en miniatura, la pequeña pirámide de la reina Henutsen parece fundirse con ella. Más allá la Pirámide de Kefrén, muy reconocible por ser la única que conserva todavía en lo más alto parte de su recubrimiento original. En último término la de Micerino, bastante más modesta que las de sus antecesores, acompañada por otras más pequeñas de las reinas. La Esfinge sobresale por encima de los árboles del primer término, y a un lado se distinguen multitud de entradas de otras tumbas excavadas en la zona. Mañana tendremos oportunidad de explorar todo aquello.

Hoy, ya con la luz del día, queremos acercarnos a El Cairo, hacernos una idea de la ciudad y sus gentes, y de cómo movernos por aquí. Así que salimos del hotel y nos lanzamos a la aventura callejera. Poco más allá encontramos la plaza donde muchos conductores con sus vehículos aguardan el paso de posibles clientes.
Después del inevitable regateo, Teles se pone de acuerdo con uno de ellos para que nos lleve hasta Fustat, donde se encuentra el Museo que queremos visitar hoy.

El hombre es agradable. Se llama Mohammed y tiene 70 años; su coche también es veterano: 43 añitos lleva en marcha, y lo que le queda... Mohammed no habla español, pero sí inglés, y nos va contando cosas mientras conduce. Se defiende bien en el barullo del tráfico, aunque se nota que la edad empieza a pasarle factura. Insiste tanto en que puede llevarnos a cualquier otro lugar que nos interese que nos quedamos con su teléfono; no será la última vez que nos veamos.


Pasamos las siguientes horas visitando el Museo Nacional de la Civilización Egipcia; muy interesante, moderno y didáctico.

La planta principal alberga una buena colección de piezas seleccionadas, acompañadas de explicaciones amenas en ingés y en árabe, que guían al visitante por un recorrido a través del tiempo. Prehistoria, Imperio Antiguo, Medio y Nuevo; Grecorromanos, Coptos, período Islámico y Contemporáneo... Todos tienen su representación por medio de paneles explicativos, esculturas, instrumentos, mobiliario, etc.








Un piso más abajo  se encuentra el Mummies Hall. Un espacio exclusivamente dedicado a las 22 Momias Reales (18 reyes y 4 reinas) de Egipto, trasladadas a este museo en 2021 con una puesta en escena grandiosa y multitudinaria.
Cada momia está protegida en el interior de una gran urna de cristal, y se puede observar perfectamente desde cualquier ángulo. Una breve reseña con el nombre, la familia y los hechos más relevantes del reinado de cada uno de estos faraones y reinas, acompaña a la momia en su espacio. Esto ayuda a identificarlos y, en muchos casos, a desear conocer un poco más de su historia. Las fotos están estrictamente prohibidas.

Como siempre, se nos ha pasado de largo la hora de comer cuando salimos del museo, que ya está a punto de cerrar. Toca salir de nuevo al caos y buscar un transporte que no pretenda clavarnos un precio desorbitado (todavía no habíamos "descubierto" las ventajas del Uber). Acabamos en una especie de furgonetilla bastante cutre e incómoda, pero conseguimos llegar sin percances hasta la entrada del Barrio Copto.

Este barrio ocupa un espacio cerrado al tráfico y es como un remanso de paz. El puesto de la policía guarda la entrada a la calle Mari Gerges, que circunda el recinto, dentro del cual se encuentran un cementerio monumental, un museo, una sinagoga  y varias antiguas iglesias cristianas. Los coptos, una de las minorías cristianas en Oriente Medio, han sufrido en Egipto varios atentados de trasfondo religioso, motivo de este aislamiento y vigilancia. Actualmente todo parece muy tranquilo.

Paramos a comer en un pequeño restaurante: el Old Cairo Restaurant. La comida no es espectacular pero sí suficiente para nuestras necesidades, y con unos zumos naturales de postre ya estamos listos para continuar el paseo

Al Barrio Copto se accede por un subterráneo, ya que se encuentra dentro de las murallas de lo que fuera antiguamente la Fortaleza de Babilonia. Por la tarde todos los edificios ya están cerrados; para visitar las iglesias hay que venir por la mañana. Pero es curioso el aire medieval de sus callejuelas laberínticas; y los paseantes ya son escasos.


El único lugar accesible a esas horas, ya cerca del anochecer, es el Cementerio de San Jorge.


No hay aquí tumbas al uso sino mausoleos que parecen auténticas viviendas... sólo que sus habitantes no caminan entre los vivos.


Terreno irregular de tierra salpicado de desperdicios, algunos coches y furgonetas por los rincones, la incongruente música de una radio oculta a la vista, árboles polvorientos. Unas mujeres cubiertas por velos negros, sentadas al final de un callejón, nos hacen señas para que nos acerquemos... Todo produce una impresión algo surrealista a la incierta luz del crepúsculo.


Ya desde fuera echamos un último vistazo a los muros del recinto, donde destaca esta Torre Romana ahora iluminada. Y volvemos a la calle para conseguir un taxi, esta vez con su taxímetro en marcha, que nos devuelve al hotel.

Por la mañana habíamos reservado mesa para cenar, en el restaurante de la terraza del hotel. Es un lugar privilegiado, porque desde allí se ve bien el espectáculo de luz y sonido que hacen varias noches a la semana delante de la Esfinge. Hay dos terrazas y están muy concurridas, así como las de los hoteles de alrededor.


El espectáculo, que dura una hora, resulta bastante lento; pero hemos tenido suerte porque da la casualidad de que este pase se hace en español. La "voz de la Esfinge" va desgranando en un estilo dramático la historia de las pirámides y sus constructores, con música de fondo, mientras la iluminación cambiante y los láser destacan una u otra zona de las pirámides y sus alrededores.


Con esto damos por terminado el día, que ha sido largo. Toca descansar porque mañana nos espera un buen paseo.

miércoles, 15 de febrero de 2023

Egipto 2023. Llegada y primeras impresiones

 El vuelo desde Madrid no se nos hizo demasiado largo; seis horas de tranquila lectura, y una comida que ha llegado a la hora de merendar. Esto ultimo en realidad ha sido una suerte, ya que acabaremos el día sin cena.

Aterrizamos en el Aeropuerto Internacional de El Cairo a las 21:30 h. hora local; una hora más que en España. Pero la compra del visado, la lenta espera hasta pasar los controles de seguridad, y lo que han tardado en aparecer los equipajes, han prolongado el proceso bastante más allá de lo previsto. Cambiar dinero en la oficina del Banco Misr, y comprar la tarjeta SIM para el móvil nos han llevado otro buen rato. Cuando por fin salimos a la calle el conductor que nos ha proporcionado gratuitamente el hotel lleva esperando tres horas; al hombre no se le ve muy contento, claro, y con razón.

Primera experiencia del tráfico caótico en esta enorme ciudad de grandes contrastes. Pero el conductor parece seguro y se maneja perfectamente entre coches, tuc-tuc (que aquí llaman toc-toc), furgonetas, camiones... Todos parecen empeñados en una loca carrera; llego a la conclusión de que aquí tocar el cláxon es algo parecido a decir "estoy aquí y voy a pasar así que cuidado"... aunque todo el mundo parece tener la misma idea; avanzamos entre un contínuo resonar de bocinas. Tampoco hemos parado en ningún momento, ya que los semáforos parecen inexistentes; los peatones se juegan el tipo cada vez que tienen que cruzar de una acera a otra.

Atrás hemos dejado los modernos barrios, con lujosos edificios, y zonas comerciales donde destacan los familiares letreros luminosos de Ikea, McDonalds, Allianz... Pasamos también el bosque de torres de estilo uniforme, y entramos en otros barrios de difícil definición; un caos de construcciones no sé si construidas a medias o derruidas en parte. Se ven luces en algunas ventanas y ropas tendidas, junto a oscuros huecos en las fachadas; exteriores que en realidad fueron en su momento el interior de viviendas ya desaparecidas: un mosaico de paredes pintadas de habitaciones y alicatados de cocinas y baños; vigas desnudas que se alzan al cielo a la espera de sostener nuevos niveles de construcción... Es algo surrealista.

Nos vamos acercando al Nilo y el panorama vuelve a ser más normal. La orilla opuesta pertenece a Giza, y según nos acercamos a este extremo de la zona urbana entramos en los barrios populares; animadas hileras de pequeños comercios y puestos callejeros se suceden a ambos lados de la calle, con gentes que vienen y van, perros vagabundos, gatos que aparecen y desaparecen por los rincones, algunos caballos y burros. Mucho polvo y humo por todas partes, escombros y basuras también forman parte de este paisaje suburbano.

Por fin, después de pasar la barrera y el despliegue de policías que controlan el acceso a las zonas más próximas a las pirámides, probablemente porque es donde se agrupan los hoteles, llegamos frente al Grand Pyramid Inn *** , donde nos alojaremos las próximas cuatro noches. Una buena propina ha alegrado la cara de nuestro conductor; la verdad es que se lo ha merecido el hombre.

El hotel es uno de los muchos que, como un amplio anfiteatro, rodean el espacio desértico donde se alzan las pirámides. Tiene una pintoresca fachada y un interior no menos pintoresco, decorado con esculturas, relieves y pinturas, distribuidos por pasillos y espacios comunes. El personal de recepción nos recibe con simpatía; y además uno de ellos habla español, un punto a favor.

Nuestra habitación, la última disponible cuando hicimos la reserva con Booking, está en el tercer piso. El ascensor, a tono con el resto del edificio, parece un sarcófago; una melodía anuncia su llegada, y al abrirlo una luz azulada ilumina el interior metálico recubierto de jeroglíficos. Una reproducción de la escultura de Anubis que forma parte del tesoro de Tutankamon nos recibe al llegar. 


Bueno, desde luego "ambiente egipcio" no se le puede negar.. 😄



La habitación se ve limpia y tiene una enorme cama cuyo canapé conoció tiempos mejores. Mesillas de recia madera, una cómoda y un armario del mismo estilo, además de un pequeño frigorífico, amueblan el espacio. La televisión nos sobra, pero una silla al menos hubiera venido bien. La cortina, del suelo al techo y tejido espeso, oculta una pequeña ventana con "vistas" a un estrecho hueco interior que alberga los acondicionadores de aire; por suerte no es verano... Mirando la parte positiva, será una habitación más tranquila que las que dan a la calle. El baño tiene ducha cerrada con mampara; algo no tan habitual en los hoteles que fuimos viendo al buscar en la zona; está aceptablemente limpio y, como es frecuente, exhibe ese "oriental contraste" entre los adornos dorados en los azulejos y los churretes de óxido del calentador eléctrico. Hay un surtido de "commodities", y un extractor que suena pero no funciona.

Calma, estamos en Egipto, tomémoslo tal como es.

Demasiado tarde para salir a cenar, aunque nos han dicho que hay cerca un restaurante abierto hasta las 2:00 h. Pero estamos cansados y nos conformamos con un par de mazapanes, recuerdo de las recientes Navidades. Mañana será otro día; las Pirámides nos esperan...

martes, 14 de febrero de 2023

Egipto 2023. Datos prácticos para el viaje

Antes de ponernos en marcha, unos cuantos datos prácticos para la preparación del viaje. Esto puede ser interesante para quienes estén pensando en visitar Egipto en fechas próximas, especialmente si van por libre. 

Duración del viaje a Egipto: llegamos a El Cairo el viernes 6 de enero, y volvimos a Madrid el viernes 27 de enero.

Estancia: Giza (4 noches), El Cairo (4 noches), Luxor (7 noches), Asuán (2 noches), Abú Simbel (1 noche), El Cairo (3 días y 2 noches).

* Llegamos al Aeropuerto Internacional de El Cairo, Terminal 3.

1. Compra del Visado. Se compra el visado para 30 días en el mismo aeropuerto, en la oficina que hay justo antes de pasar el control de pasaportes. Se puede efectuar el pago tanto en euros como en dólares. Actualmente su precio es de 25 dólares USA; al pagar con euros, al ser el cambio actual de mayor valor que los dólares, nos dieron la vuelta en libras egipcias sin necesidad de pedirlo. Y por cierto: viene muy bien ir guardando los billetes más pequeños de libras (5, 10, 20), porque los vais a necesitar a cada momento para las propinas.

Por lo tanto,  y contrariamente a lo que habíamos leído previamente en otros blogs, no es necesario llevar dólares. Los euros se aceptan sin problemas. Sacar allí el visado es muy rápido y sale mejor de precio.

2. Cambio de divisas. En la misma sala donde se encuentra la recogida de los equipajes, hay una oficina del Banco Misr; está al fondo a la derecha, mirando hacia la salida. Este banco tiene el cambio más favorable que hemos visto en el viaje, así que conviene tenerlo en cuenta. También hay por allí un cajero automático; naturalmente, en este caso se pagan las inevitables comisiones bancarias.

Nosotros llegamos a las 23:00 h. y cambiamos en la oficina del Banco. En ese momento el cambio oficial era 1€ = 27LE, pero más adelante la libra egipcia fue bajando y llegó al cambio que se mantiene actualmente: 1€ = 32LE.

3. Compra de una tarjeta SIM para el móvil. En la misma sala, que es enorme, a la izquierda y muy al fondo, se encuentran la oficina de Vodafone. Más cerca está la oficina de Orange, pero sólo en la de Vodafone se puede comprar una tarjeta SIM turística que incluya llamadas internacionales (en Orange no).

Esa tarjeta SIM, que cuesta 505 LE, y vale para 30 dias; se paga en libras egipcias. Incluye 30 minutos de llamadas internacionales, 120 minutos de llamadas locales, y 30 GB de Internet. El mismo empleado se encarga de montar la tarjeta en nuestro móvil, así que hay que tenerlo previsto y llevarlo ya preparado con el espacio libre para la tarjeta.

4. Transporte aeropuerto - hotel. Lo más conveniente para este primer traslado es haber acordado previamente, con el hotel donde nos vamos a alojar, un transporte que nos recoja en el aeropuerto; muchos ofrecen este servicio gratuito.

 Si no es así hay que empezar a lidiar con alguno de los muchos conductores que esperan a la salida de los viajeros para ofrecer sus servicios. Se impone regatear, para irse acostumbrando... Unas 400 LE es un precio normal, con la propina ya incluida, para el trayecto aeropuerto - El Cairo.

5. Transporte en la ciudad. La aplicación Uber funciona estupendamente en Egipto (sólo disponible en El Cairo y Alejandría, al menos de momento, aunque parece que van ampliando la red). No se puede usar para este primer traslado, ya que el conductor no podrá entrar al aeropuerto sin pasajeros (es lo que hemos visto). Pero a partir de aquí, e incluso para volver al aeropuerto cuando termine nuestro viaje, es una estupenda opción. Nosotros la descargamos ya en Egipto, antes no habíamos usado este servicio; lo encontramos muy conveniente, fácil de usar y seguro. Hay otra app similar: Careem, pero no la hemos probado.

6. Propinas. Es la costumbre en todo Egipto, y se espera recibir unas libras por cualquier servicio por pequeño que sea. El hombre que os ayude a llevar la maleta al taxi o en el hotel, la persona al cargo de los lavabos, el guía espontáneo que insiste en mostrarte cualquier cosa... 

Y también el propio taxista que te lleva reclamará su propina al final del viaje, por haberlo hecho bien; esto último se hace más evidente fuera de El Cairo, en Luxor y Asuán. Incluso algún funcionario público se la ha adjudicado lindamente y con inusitada generosidad, por propia iniciativa, al cobrarnos un pase... Aunque ésto no es lo normal y sólo nos ha ocurrido una vez, hay que reconocerlo.

La propina es toda una institución, ya que los sueldos son muy bajos y ayudan a la gente a sobrevivir. Antes de quejarnos por ello pensemos que, lo que para nosotros son unos céntimos, para algunas personas suponen el suplemento imprescindible para llegar a fin de mes. La expresión de agradecimiento al recibirlo también es un buen recuerdo. 

En la próxima entrada empezaré a contaros nuestro viaje; y esa primera toma de contacto con el caótico tráfico de El Cairo en nuestro trayecto hasta Giza; donde nos esperaba nuestro primer alojamiento, y el primer atisbo de las Pirámides en la noche...