domingo, 6 de enero de 2013

U.S.A. 1992: Grand Canyon of the Colorado N. P. (1)


Una vez terminada nuestra visita a Zion N. P. emprendimos ruta hacia Arizona.

La carretera era bonita hasta acercarnos a Kanab, donde empezaban los llanos desérticos. Poco después entrábamos en el Kaibab N. Forest, un hermoso bosque de pinos y abetos oscuros, donde a veces atraía la mirada un grupo de álamos que destacaba luminoso con su traje otoñal, y se abrían praderas de hierba. Un lugar muy agradable, ¡y bastante fresco!; estábamos a unos 2.700 m., en el punto más alto de la orilla Norte del Gran Cañón del Colorado. Se nos hacía algo raro encontrar allí un bosque frondoso, cuando siempre habíamos imaginado aquél paisaje como un impresionante tajo en medio del desierto... pero no.




* Puedes ver el mapa del P. N. Gran Cañón del Colorado pinchando en los enlaces: zona Oeste y zona Este.

Paramos a comer en un área de picnic, y a continuación nos dedicamos a recorrer con el coche las carreteras escénicas y los miradores, que permitían echar un buen vistazo al terreno quebrado y lleno de recovecos que parecía un laberinto. Desde Imperial Point se apreciaba quizás la mejor vista de todo el recorrido.




Llegamos al Grand Canyon Lodge, un bonito edificio de piedra con interiores de madera muy agradables, una tienda de recuerdos, y grandes ventanales a través de los cuales se alcanzaba a ver un paisaje impresionante. No se trataba de un sólo cañón, como los que estábamos acostumbrados a ver, sino que al principal se juntaban muchos otros laterales llenos de curvas y a varios niveles. Era difícil, en realidad, discernir cuál era "exactamente" el cañón del Colorado, y solamente al apreciar un meandro lejano entre el laberinto de roca, o unos rápidos que parecían insignificantes en la distancia, podíamos hacernos una idea de la morfología del lugar. Desde tan lejos, el paisaje se veía difuminado por una bruma azulada, tras la cual se distinguían laderas erosionadas iluminadas por un sol también envuelto en nubes. Y mucho viento, sobre todo en los bordes; un viento a ratos muy fuerte, frío, que azotaba los miradores.




Como el camping estaba lleno tuvimos que volver hasta Jacob Lake para hacer noche allí. Al día siguiente seguimos la carretera que bordeaba los Vermillion Cliffs, una gran pared de roca de color marrón rojizo, para atravesar a continuación la enorme llanura desértica; al otro lado, lejanos, los Echo Cliffs, con el mismo aspecto que los anteriores pero con la particularidad de que pertenecían ya a la Reserva de los indios Navajo. Y en medio de la llanura, haciéndose visible poco a poco según nos íbamos aproximando, el gran tajo excavado por el río Colorado.

Por el borde de la carretera empezamos a ver pasar grupos dispersos de jóvenes con vestimentas informales, y autobuses de aspecto "alternativo" aparcados a un lado; se trataba de una marcha ecologista de carácter reivindicativo, y su objetivo era atravesar todo el continente andando. Caminar bajo el sol de justicia que caía de plano en aquel momento tenía su mérito, desde luego.




Al llegar al río Colorado y antes de cruzarlo nos desviamos hasta Lee´s Ferry; desde allí, en barcas y piraguas, se iniciaba el descenso del río por debajo de la presa del lago Powell. Mucho movimiento, y cantidad de gente preparándose para la travesía por un agua de color verde transparente, limpia y muy fría. Un calor apabullante porque, con las altas paredes de roca alrededor, no llegaba la brisa.




Cruzando el gran puente metálico sobre el río entramos durante unos kilómetros en la Reserva Navajo. Terreno desértico, casas aisladas de aspecto decrépito salpicando la llanura, pero ningún ser humano a la vista.

Por último llegamos al lago Powell y, pasada la presa, nos instalamos en un camping cercano. Anochecía cuando nos acercamos hasta el lodge que había junto al lago. Sentados en un banco, pasamos un rato muy agradable contemplando la noche y los barcos iluminados amarrados allá abajo. Por fin empezaba a soplar una brisa refrescante.