viernes, 19 de julio de 2013

U.S.A. 1992: Intermedio en Los Angeles


Dormimos bien en el camping de Wildrose, sin tarántulas ni sobresaltos; y al día siguiente volvimos a la carretera bien descansados.




Teníamos pensado hacer un "intermedio" lúdico en nuestra visita de Parques Nacionales, para pasar un par de días en Los Angeles y visitar Disneyland. Nunca es tarde para convertir en realidad los sueños, y estábamos deseando conocer de primera mano el mundo de fantasía creado por el entrañable Walt Disney en aquéllas películas y dibujos animados que tantas veces alegraron nuestra niñez.




Enfilamos, pues, la desolación del Panamint Valley, una cubeta ancha y llana entre montañas; puro desierto donde la carretera, como una flecha, se perdía en la distancia. Ya sabíamos que aquél espacio era utilizado como lugar de pruebas para los aviones del ejército; y, efectivamente, no tardó en pasar rugiendo sobre nosotros lo que parecía ser un F-16 volando a poca altura.




Sin embargo la mayor sorpresa del lugar nos la llevamos al encontrar una tortuga en medio de la carretera. Sí, habíamos leído que las había por allí, pero resultaba difícil de creer hasta tenerla delante. Con su caparazón duro y compacto, un saliente bifurcado bajo la cabeza, piel coriácea y escamosa, y uñas planas y potentes, parecía un pequeño carro de combate atravesando el desierto.

La dejamos bien lejos de la carretera después de tomar unas fotos, y en cuanto se vio libre salió "corriendo" hasta refugiarse al cobijo de un arbusto.




Atravesamos más allá una desolada zona minera, con casas destartaladas y sembrada de chatarras; los postes y cables que se entrecruzaban por todas partes no contribuían a mejorar el paisaje. El pueblo principal se llamaba Trona; el entorno de áridos montes pelados estaba ocupado por instalaciones militares.

Un terreno de montañas más húmedas con arboledas anunciaba ya la cercanía de Los Angeles; también iba aumentando el tráfico, y una capa flotante de color gris pardo que solamente nos dejaba ver los objetos más cercanos mientras que todo lo demás se iba difuminando hasta hacerse invisible en la distancia. Volvíamos a la civilización...




Orientándonos en el laberinto urbanizado gracias al mapa de carreteras conseguimos llegar hasta Anaheim y entrar en Disneyland. Nos instalamos en el Disney´s Vacationland campground, y pasamos todo el día siguiente subiendo y bajando, entrando y saliendo, hasta probar todas las atracciones que encerraba el recinto. A pesar de la cantidad considerable de visitantes no tuvimos que esperar demasiado en las colas, e incluso repetimos en las que más nos gustaron. Guardamos un buen recuerdo de Disneyland, con su ambiente mágico y algo anticuado, aunque esto último le aportaba cierto encanto extra.




Al día siguiente nos dimos una rápida vuelta por la ciudad de Los Angeles. El ambiente grisáceo, las autovías llenas de vehículos, y un calor agobiante poco común para las fechas en que ya estábamos no invitaban a permanecer allí por más tiempo. Pasamos por Long Beach, donde estaba amarrada la enorme mole del Queen Mary. Por Beverly Hills, zona ondulada y boscosa salpicada de magníficas villas donde se suponía que vivían las estrellas de cine; aunque los únicos seres vivientes visibles en aquél momento eran los jardineros, carteros, y obreros arreglando la calle. En Malibú, la fila de casas bajas alineadas frente a la playa dejaba pocos huecos para echar un vistazo al mar, donde flotaban algunos surfistas esperando la ola.

Y después de aquel baño de civilización, y con muchas ganas de dejarla atrás, seguimos ruta atravesando Los Padres National Forest, increíble remanso de paz a tan pocas millas de la ciudad. Pasamos el día en la carretera hasta que, muy cansados, paramos a pasar la noche en un camping Koa cerca de Porterville. Para no variar, por allí cerca pasaban todos los coches y camiones del mundo, y a las 6:30 a.m. nos despertó el camión de la basura recogiendo los contenedores con estruendo; los cuervos comenzaron a entonar su serenata matutina justo en aquél momento, y poco después se les unieron los ocupantes del RV de al lado. En fín...

Nada más desayunar recogimos la tienda y salimos disparados, deseando llegar cuanto antes a nuestro siguiente destino: los Parques Nacionales Sequoia y Kings Canyon.