martes, 14 de febrero de 2012

U.S.A. 1992: Mount Rainier N. P.

    
En nuestra siguiente parada visitamos el Parque Nacional Monte Rainier.




Por entonces comenzaba el mes de agosto y, naturalmente, el período más fuerte de las vacaciones veraniegas; todo empezó a llenarse de visitantes tan deseosos como nosotros de disfrutar de la Naturaleza y los paisajes. El calor era apabullante, las zonas de acampada dentro de los Parques empezaron a estar muy disputadas, las carreteras se vieron ocupadas por filas de vehículos, y encontrar un hueco en los miradores para detenerse a echar un vistazo al paisaje era cuestión de suerte. En fín: como en todas partes.




Mount Rainier era una de esas montañas "de postal", con su cima coronada de nieve y glaciares, sus laderas cubiertas por el bosque de pinos y abetos, y alrededor praderas llenas de flores y lagos de aguas transparentes.

* ¿Cómo se ve en este momento el Monte Rainier? Puedes pinchar en Webcam M. Rainier para obtener una vista actualizada a través de la Webcam del Servicio de Parques Nacionales de U. S. A.




Caminando por el Nisqually Vista Trail, un recorrido corto por los alrededores del Centro de Visitantes, atravesamos praderas y árboles de los que colgaban largas guedejas de líquenes. Un torrente de aguas embarradas brotaba de la lengua del glaciar y serpenteaba entre la hierba y las flores. Allí vimos algunos ciervos de cola negra; y un curioso zorro de color pardo grisáceo y cola frondosa, que se alejó sin prisas después de fallar el salto sobre su presa.




El Skyline Trail era más interesante. Subía desde el Paradise Inn y tenía estupendas vistas a lo largo de su recorrido: el Monte Adams cubierto de nieve, y el Monte St. Helens con su penacho de humo. Pudimos avistar varios ciervos, una perdiz y marmotas. La zona más alta es reino de pedregales pelados, pero hacia abajo todo era verde y creo que nunca había visto tal cantidad de flores alpinas.

También las cascadas merecían la pena, especialmente Myrtle Falls Narada Falls.




Curiosa era también la arquitectura. El Centro de Visitantes de Sunrise recordaba a las cabañas de troncos construidas por los pioneros; en su interior vimos una estupenda y didáctica exposición acerca del Parque. El Paradise Inn era un gran hotel, también de madera, con un enorme salón de estilo rústico; allí se hacían proyecciones de diapositivas dirigidas por los ranger, una agradable actividad para el final de la jornada.




La última tarde, un mar de niebla se fue extendiendo poco a poco por el valle y todo parecía haber cambiado de aspecto; la luna se levantó sobre el mar de nubes, mientras las últimas luces ponían tintes rosados en los picos de Tatoosh Range.

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