lunes, 6 de febrero de 2012

U.S.A. 1992: Columbia River


Volvimos a entrar en Oregón, esta vez por la costa: allí encontramos mucho viento, islotes rocosos surgiendo del mar y un oleaje agitado.

El Area Recreativa de las Dunas de Oregón estaba salpicada por bosques de coníferas, algunas como auténticas islas verdes en un mar de arena; y a pesar del viento cantidad de gente disfrutaba de las playas: no estaba el mar para baños, pero se volaban cometas, los pescadores tendían sus cañas, los dune buggies corrían de acá para allá, y las zonas de picnic se veían muy concurridas.




Portland seguía el modelo de las ciudades que llevábamos vistas aquí: un centro parecido al de las ciudades europeas, con amplias calles y avenidas, rascacielos y comercios: la verdad es que daba la impresión de haber más negocios que habitantes; alrededor de este centro, barrios de casas bajas de aspecto agradable; y por último las zonas más suburbiales, habitadas principalmente por hispanos y gente de color. No nos entretuvimos mucho aquí, lo justo para comprar un par de cosas.




A continuación, el río Columbia: el más largo del Pacífico Noroeste, que en sus 2.000 kms. de recorrido baña siete de los Estados Unidos y una provincia de Canadá. Importante vía de transporte y comercio, industrias y presas han ido "civilizando" su curso y creando problemas ambientales: uno de los puntos de mayor contaminación nuclear de U.S.A. está precisamente en este río...




Por suerte, no todo eran malas noticias: cuando en 1.913 empezaron a construir la carretera a través de las gargantas tuvieron buen cuidado de conservar el paisaje y el entorno natural, tomando como modelo otras rutas escénicas que ya había en Europa; en la actualidad estaba protegida por ser una ruta histórica: la Historic Columbia River Highway.




Entre Troutdale y The Dalles, 120 kms. de carretera turística que se desviaba de la ruta general para pasar por algunos pequeños pueblos agradables y, especialmente, por unas cuantas cascadas que caían de los barrancos laterales.

En Latourel Falls el agua se desplomaba por encima de una espectacular pared de columnas de basalto negro, a través de un bosque frondoso. Multnomah Falls, las más visitadas, caían en dos saltos y se veían muy bien gracias a un puente tendido a media altura; el albergue a los pies de la cascada se había salvado de un incendio dos años antes.




Para llegar a la base de Wahkeena Falls nos equivocamos de ruta, y acabamos trepando por las rocas entre abetos y helechos hasta alcanzar el verdadero camino. Para cuando alcanzamos el Oneonta Canyon, un auténtico jardín botánico silvestre, la luz ya empezaba a escasear.

El camping en donde recalamos aquélla noche, de la cadena Koa, parecía en principio un buen sitio... hasta que descubrimos, demasiado tarde, que la vía del tren pasaba por delante y los frecuentes trenes de mercancías silbaban varias veces de forma atronadora justo al pasar por allí. Al amanecer tomaban el relevo los cuervos con sus graznidos... en fín, un camping para no volver.